La profunda división de la sociedad argentina sobre la despenalización del aborto se exhibe en el centro de Buenos Aires. Un corredor vallado corta en dos la plaza del Congreso.
A la izquierda se manifiestan quienes se oponen al aborto. A la derecha, los partidarios de que esa práctica deje de hacerse en la clandestinidad y sea legal, segura y gratuita. Ambas movilizaciones se anticipan multitudinarias y acaloradas. A metros de allí, dentro de la Cámara de Diputados, los 257 legisladores votan un proyecto de ley que legaliza la interrupción del embarazo hasta la semana 14 y extiende el plazo en casos de violación, riesgo de vida para la madre y malformación fetal. La sesión se prevé maratónica y con final abierto. De aprobarse, aún faltaría superar un último obstáculo: el Senado.